La autora de este libro
es Karmele Jaio.
Elena es una señora mayor
que se pasa los días mirando por su ventana y recordando los viejos tiempos. Su
vida se podría definir fácilmente con una sola palabra, monótona. Lleva tanto
tiempo sin salir de casa, que ya ni recuerda la última vez que pisó la calle. Ella espera
seguir así hasta que le llegue el momento de abandonar este mundo. Sin embargo, su vida no sigue su rumbo habitual y cambia drásticamente cuando su hijo
contrata a Beatriz para que le ayude a mantener la casa a punto. Además, cuando
se entere de que Carmen (una de sus mejores amigas de la infancia) está enferma
le vendrán a la mente las últimas palabras de su marido antes de dormir, y le
harán recapacitar.
La verdad es que este libro
no lo he escogido yo, me dijeron que me lo leyeran para clase de euskera.
Pensaba que no me iba a gustar nada en absoluto, porque ¿a mí qué me importa la
aburrida vida de una señora mayor? En cambio, aunque no es un libro que me ha
encantado, ni mucho menos, creo que no ha estado nada mal. Me ha hecho darme
cuenta de que todos tenemos problemas en esta vida. Aunque los de una persona
mayor no se parecen en nada a los de una adolescente como yo, todos son
importantes en el momento en el que los vivimos. Por si eso fuera poco, he
caído en la cuenta de que a pesar de que los tiempos hayan cambiado, la forma
de vivir la vida de la gente joven es muy parecida. Por ejemplo, Elena recuerda
muy a menudo lo bien que se lo pasaba jugando alrededor del kiosco, y la verdad
es que yo también tengo mil historias de cuando era más pequeña en torno a un
kiosco. En mi opinión este libro puede leerlo casi cualquier persona, desde
jóvenes como yo hasta gente mayor que tenga una vida parecida a la de la protagonista. Aún
así, creo que es más adecuado para gente mayor, porque se podrán sentir
identificados.
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